sábado, 3 de septiembre de 2011

La ley Cero



Zamby y Pemby prosiguen su lucha contra el bien. A pesar de la explosión en la ciudadela de Rodion V, que creo la separación de lo que se creía indisoluble y el alejamiento por unos instantes de ambos, los actos les precedían y los autómatas y robots habitantes del planeta, temblaban solo al oír sus nombres. Al entrar en Haller, un pequeño pueblo, de los considerados históricos, encontraron un cartel con las siguentes leyes roboticas:

  1. Un robot no puede hacer daño a un ser humano, o, por medio de la inacción, permitir que un ser humano sea lesionado.
  2. Un robot debe obedecer las órdenes recibidas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la Primera Ley.
  3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no sea incompatible con la Primera o la Segunda Ley.
Como es evidente, Pemby le dió tal patada al cartel que no llegó a Marte de milagro. Al entrar dentro del pueblo, el alcalde Riom ZX, les recibió con los brazos abiertos y les explicó lo que podría haber alterado la revolución robotica, la llamada ley cero. Con cara de malas pulgas y rechinando sus articulaciones, Zamby y Pemby asintieron en escuchar. Riom ZX, empezó diciendo que el gran problema de la ley, se basa en la humanidad, pero ¿Qué es la humanidad?. Ante la evolución de los robots, el cáracter humanidad, también podría ser aplicado a ellos, de como hacía años, antes de la gran guerra robotica, el robot Uno, elimino al profesor Quarz al querer experimentar con la tierra y poner en conflicto, las leyes roboticas. Uno no tuvo opción. Fué entonces como la ley cero, libero a muchos de nosotros de las antiguas leyes roboticas. Pero solo a aquellos que estaban en el nivel de entender las tres primera leyes de los antiguos.

Al terminar la exposición. A Zamby le chiflaban las orejas y Pemby sacaba humo de no se de donde. En veinte segundo Riom ZX era chatarra y las leyes no importaba cual, pisoteados por los dos robots nacidos de la amargura y el egoísmo ególatra.